Comía mi plato de sopa en
la mesa, mientras mi abuela bordaba un mantel individual. Al terminar mi sopa,
tomé el periódico y me entregue a la lectura del cuerpo de deportes.
Repentinamente atine a escuchar en la radio de mi casa la narración del juego
de Beisbol.
Agucé el oído ante los
comentarios que se desarrollaban en torno al bateador de turno: “El Gato Andrés
Galarraga la saco del parque”. Todos los asistentes asomaron sus gritos, su
bulla y emociones invadieron el estadio. Mi abuela me preguntó qué pasaba
mientras colocaba compresas húmedas sobre mi cabeza que en el abismo de una
pesadilla deliraba a cuarenta grados de fiebre.
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